Para colores, 32 Bits

Hoy me ha dado por pensar en el por qué de lo que pasó por allá en el 2000, cuando la crisis de las dotcom y del modelo en sí.

Para los que no estén familiarizados, cuando Internet empezó a despegar (ergo mucha gente tenía 56kbps a modem, pero no todo el mundo), las empresas hicieron una inversión muy fuerte para mantener su marca en internet en un alarde de adelantarse a todo. Pagaron precios muy altos por los dominios y por el hosting, creando páginas simples pero con la información necesaria y formando a sus empleados a usar lo que era nuevo para ellos: el correo electrónico.

El problema fue que la inversión tuvo 3 factores en contra (cosa que explicaré más abajo, punto por punto):

• El propio diseño estaba mal hecho en sí
• La empresa no estaba preparada
• La sociedad no estaba preparada (fundamental en este modelo)

Los primeros dos puntos están relacionados. Las empresas se gastaron el dinero en un modelo que creyeron que era el bueno, pero no tenían herramientas de base y tuvieron que crearlas de 0. Los pocos informáticos que se aventuraron a realizar el software, ni siquiera entendían la filosofía de internet siendo muchos de ellos recien licenciados los cuales su primer ordenador lo tocaron en la universidad. Además de diseñar mal el plan estratégico por parte de las empresas, ni siquiera los requirimientos funcionales del software eran los adecuados, amén que los informáticos no eran capaces de asimilar todo lo que la red significaba en ese momento.

Ahí entró en liza el tercer factor, la sociedad no estaba preparada. Amén de que la mayoría simplemente tenía 56 kbps de conexión, algunos cambiaron sus modems por las primeras ADSL, y con el marketing de la operadora del momento, la mayoría empezaba a rodar por internet conectando sus vetustos pc’s a internet directamente con banda ancha.

Eso hizo proliferar los lurkers, trolls y tontos generales incapaces de manejar un simple microondas de cocina, en internet. Con lo que la mayoría ni siquiera entendía lo que estaba haciendo. ‘Me he conectado a internet y mola un huevo’ decían todos, pero ni idea de lo que podía darle a su cultura, ni lo que ellos podrían aportar a la red de redes.

En aquellos entonces no había nada de redes sociales, ni youtube’s ni nada por el estilo. Los anchos de banda en España no daban para ello, y la mayoría no sabría hacer una O con un vaso redondo. Así que realmente era como dar una navaja multiusos a un mono.

Ni siquiera sabían que podían afianzar relaciones en internet con proveedores y mucho menos comprar a través de ello.

Los pocos que se aventuraron a poner una tienda online, no facturaron mucho pues el requisito para cobrar por internet (ojo, no es lo mismo hacer comercio electrónico que cobrar por internet, aunque lo segundo implica lo primero no es necesario) era cobrar via tarjeta de crédito/débito.

Para entonces, la media de los nuevos conectados a internet no superaba los 16 años. Ergo no tenían tarjetas de créditos suyas, y usar la del padre/madre pasaba a ser algo supervisado por dichos mayores. Siendo estos últimos unos desconfiados, simplemente por no estar acostumbrados. Así que siempre denegaban las peticiones de sus hijos.

Por otro lado, las empresas tampoco dedicaron recursos a seguir innovando este tema, o dedicar gente a establecer contactos a través de internet entre sus propios proveedores. Así que el retorno de dinero nunca se vió.

La gente no estaba acostumbrada a estar casi siempre conectada, ni a comprar por internet… la globalización empezaba a despegar entonces, pero no había entrado de lleno en las vidas de la gente corriente.

En fin, la crisis vino simplemente porque se crearon empresas para dar soporte a otras, y la gente(sociedad) no reaccionó a tiempo. La tecnología estaba preparada (como siempre, la tecnología siempre ha estado por delante y preparada para todo), pero no la gente ni la sociedad… incluso las empresas.